Ocurrió el 5 de noviembre de 2000 en Cornanda, Brión. Los vecinos encontraron en un monte cercano un enorme cráter de 15 metros de diámetro, donde la vegetación, los árboles y la tierra hasta un metro de profundidad fueron despedidos violentamente. El hallazgo llamó la atención de medios de comunicación y científicos, ya que aún estaba vivo en el recuerdo la "huella de Cando", seis años antes en el que apareció un cráter similar y fue asociado con el avistamiento de un objeto luminoso en el cielo.
El "fenómeno" -como
le llamaron los vecinos de Cornanda- se encontraba en un monte cercano, en las
afueras del caserío, siguiendo un estrecho camino forestal, que solo se puede
transitar a pie. Dejamos atrás la última casa del pueblo, y tras caminar unos
doscientos metros, encontramos la misteriosa huella en el borde mismo del
camino. Y lo que allí pudimos ver, no nos dejó indiferentes.
El monte fue arrasado
Según nuestras mediciones, la huella tenía una forma irregular, aunque semejaba un círculo de unos 15 metros de diámetro, situado en un monte que tenía una fuerte pendiente. En su interior, no quedaba nada más que grandes piedras que afloraban en la superficie y tierra muy compacta y estéril. Todo lo que se encontraba en su interior fue despedido violentamente, para caer finalmente por debajo de los límites del cráter.
Grandes pinos de docenas de
metros de altura, fueron arrancados de raíz y violentamente impulsados monte
abajo, la pequeña vegetación que los rodeaba y hasta un metro de tierra, fueron
literalmente arrasados. Otros árboles, situados por debajo de la huella,
habrían caído también porque la tierra que cobijaba sus raíces había
desaparecido. La primera impresión que tuvimos era que o bien algo habría
explotado en el interior del cráter, o como si algo hubiera caído violentamente
sobre este monte y hubiera lanzado los árboles hacia abajo. Pero los efectos
del "fenómeno" no acababan en la huella.
A pesar de la intensa lluvia,
bajamos por la ladera del monte, partiendo desde la propia marca. Y el paisaje
seguía siendo dantesco. Tal como se apreciaba desde arriba, la pequeña
vegetación que rodea los árboles fue arrasada, junto con enormes cantidades de
tierra. Los grandes pinos se mantuvieron en pié, aunque buena parte de sus
raíces quedaron al descubierto. Los pequeños árboles habían sido arrancados o
se encontraban aun aferrados a la tierra, pero al ras del suelo y en la
dirección de caída. Enormes ramas se encontraban por todas partes y también
restos de troncos y piedras.
Continuamos bajando a través
de la ladera del monte, y el paisaje no cambiaba. La devastación había dejado
un rastro uniforme donde solo habían quedado en pié los grandes árboles. Ciento
cincuenta metros más abajo de la huella, el monte termina en una finca llana,
que también había sufrido los efectos del "fenómeno". Y allí
encontramos una pista de cual podía ser el agente que había provocado tal
devastación: el agua.
Grandes cantidades de agua
La finca que se encontraba al pie del monte, tenía un aspecto muy particular. A la altura de la huella, la finca presentaba una franja perfectamente delimitada de unos diez metros de ancho. Por un lado había restos de ramas y pequeños árboles, y por el otro un rastro de pequeñas piedras y tierra, que delimitaban y evidenciaban el paso de grandes cantidades de agua. Asimismo, la hierba parecía "peinada" en la dirección por donde habría discurrido el agua, en contraste con la del resto de la finca que se encontraba erguida y con un aspecto más saludable. Al final de la finca, de unos cincuenta metros de largo, y en un escalón del terreno, encontramos más restos de sedimentos y vegetación que habían sido arrastrados desde el monte, seguramente por una colosal cantidad de agua.Preguntamos a buena parte de
los vecinos de la aldea, y la mayor parte de ellos no habían visto ni oido
nada. María Barbazán Alfonsín, en cambio,
aseguró que escuchó un ruido muy fuerte, "como de una excavadora"
que provenía de un monte de pinos cercano a la aldea. "Yo estaba afuera y
escuché este ruido, pero no vi nada", indicó María. Dos días después otro
vecino encontró el enorme cráter que sería reclamo de numerosos investigadores
y curiosos.
Y es la marca recordaba mucho
la huella de Cando.
La huella de Cando
La mañana del 18 de enero de 1994, numerosos testigos ubicados entre Santiso y Muros, pudieron observar un objeto luminoso que llevaba dirección este-oeste. La trayectoria de este OVNI parecía descendente y según parece, acabaría su viaje en una pequeña aldea cercana a Serra de Outes: Cando de Arriba.
Siguiendo por una estrecha
pista de tierra que sale del centro del caserío, y a tan solo unos metros de
una casa, se encontraba la huella, hoy prácticamente desaparecida. En la ladera
de un monte de mediana pendiente, existe un claro de más de 300 metros
cuadrados de superficie y uno de profundidad, donde los árboles, la vegetación
y la tierra que falta fueron devastados violentamente. Enormes pinos volaron
arrasando parte del bosque, para caer cien metros más abajo.
El Observatorio Astronómico
Ramón María Aller, de Santiago de Compostela, elaboró un completo informe sobre
el incidente y descartó que la "cova" de Cando se haya producido por
causas naturales. La ausencia de elementos extraños y la trayectoria del objeto
permiten que se descarte la posibilidad de un meteorito o cualquier objeto similar.
Entre las hipótesis barajadas por los investigadores figura la de un
experimento militar que se habría probado en secreto en tierras gallegas.
Debido a la sorprendente
similitud entre ambas huellas, habrá que plantearse si se trata de un fenómeno
idéntico, separado solo por diez kilómetros de distancia y algo más de seis
años de tiempo. Pero ¿De qué fenómeno se trata?
Algunas teorías
En una de nuestras visitas nos encontramos en Cornanda con algunos investigadores de la Universidade de Santiago de Compostela, que se encontraban allí para observar y estudiar los efectos del curioso fenómeno. Entre ellos, se encontraba el catedrático de Edafología Francisco Díaz-Fierros Viqueira, quien sugirió que el fenómeno era evidentemente hidrológico, y como hipótesis aventuraba la suma de varios factores como una bolsa de agua, el fuente temporal y un corrimiento de tierras, aunque aseguró que "no se puede dar una respuesta definitiva". Sin embargo, subrayó el "carácter violento" del fenómeno, que seguiría siendo estudiado con el fin de obtener más datos. Otro de los investigadores allí presentes, el director del Observatorio Astronómico Ramón María Aller, José Antonio Docobo, quien había sido uno de los más conocidos investigadores del caso de Cando, declaró que "este fenómeno es muy parecido al de Cando, por lo cual podría también tener un origen hidrológico". "Quizá solo ha sido una coincidencia en el tiempo el paso de un meteorito" agregó Docobo.
Acompañando a estos investigadores,
se encontraba también el agente forestal del Servicio de Medio Ambiente de la
Xunta de Galicia José Antonio Ferreira
quien apostilló que "no se han producido casos parecidos en los últimos
años, exceptuando el de Cando".
Las hipótesis de los expertos
apuntan a un cúmulo de coincidencias, donde una bolsa de agua, un fuerte
temporal -que efectivamente se produjo el día 5 de noviembre del 2000- y la
debilidad del suelo. Pero ¿fue realmente una bolsa de agua?¿Cayó el agua de
arriba? ¿Fue una ‘nube que descargó’, como creen algunos vecinos? ¿Dónde surgió
tanta agua como para arrancar árboles de raíz con tanta violencia?
En todo caso, los casos de
Cando y Cornanda no son los únicos.
Un fenómeno similar hace cien años
El ufólogo Marcelino Requejo encontró una
referencia a un caso similar al de Cornanda, que data de principios del año
1900. La "Gacetilla del Reino de Galicia", en su edición del 17 de
enero de 1900, hace referencia a una "fuerte detonación" que
escucharon los vecinos de un pequeño pueblo llamado Ferreiros de Valboa. Según
esta crónica, en una ladera de las montañas cercanas a la aldea, se encontró un
agujero de más de cinco metros de diámetro, donde "la tierra saltó como si de un tapón de botella de champan se tratase,
yendo a caer mezclada por la montaña abajo a una extensión de 40 a 50 metros".
La escueta crónica hace
referencia también a la magnitud del ruido, asegurando que un vecino que vivía
en las inmediaciones sufrió un desmayo en ese momento.
Esta noticia, salvando el
tiempo transcurrido y las dimensiones, podría describir perfectamente el suceso
de Cornanda.
El extraño "meteorito" de 1994
Cuando miembros de
Observatorio astronómico de Santiago de Compostela estudiaron la huella de
Cando -sorprendentemente similar a la de Cornanda, la asociaron con la caida de
un "meteorito" que habría sido observado el 18 de enero de 1994 desde
diferentes latitudes en un radio de 50 kilómetros alrededor de Santiago de
Compostela. Las investigaciones realizadas por J. A. Docobo y V. Tamazián,
determinaron que -por las caracteristicas del fenómeno observado y
especialmente por su trayectoria- no podía tratarse de un bólido. Y sin dejar
de asociar el fenómeno observado con la huella, propusieron otras explicaciones
alternativas a la caida de un meteorito en esas latitudes.
Pues bien, según los datos que
pudimos recoger personalmente entre testigos de aquella observación y los que
impecablemente describen Docobo y Tamazián en su informe, no queda muy claro
que la trayectoria descendente del objeto observado aquel día, fuese a "caer"
en Serra de Outes, ya que no todos los testigos describen la misma trayectoria.
Tampoco está muy claro que la huella se hubiera producido ese día, ya que los
investigadores del Observatorio Astronómico de Santiago no tuvieron conocimiento
de la huella hasta tres meses después de haberse producido, y los vecinos no
recuerdan la fecha exacta cuando se produjo.
¿Tienen las huellas de Cando y
Cornanda la misma apariencia y distinto origen? O por el contrario la
observación de un supuesto OVNI en enero de 1994 no tiene nada que ver con la
huella encontrada en la aldea de Cando de Arriba.