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Una "virgen" voladora en la Serra de Avión

Enmascarados tras la imagen de una  veneración religiosa, o de un suceso interpretado como sobrenatural y piadoso, se encuentran muchas veces casos de observaciones de seres imposibles que hoy en día seguimos sin saber qué son, pero que podemos interpretar desde otro punto de vista. Es el caso que nos relató Manuel González Vázquez, que fue testigo de una observación que interpretó como una aparición de la Virgen. Quedó grabada en la memoria de este hombre la fecha del 20 de octubre de 1955, cuando se encontraba apacentando su ganado en un lugar llamado Portela de Pau, en la Serra de Avión. Estaba atardeciendo, y Manuel se encontraba en compañía de su vecina Erminda, muy devota de las costumbres cristianas.
Marcelino Requejo y yo tuvimos oportunidad de entrevistarle en 2001, en su casa ubicada en una pequeña aldea ourensana llamada Cortegazas.
Aquel día, lo primero que llamó la atención de ambos fue un temblor que duró algunos minutos, que les produjo un cierto recelo. Momentos después vieron a lo lejos una figura indefinida, "como una pantalla" (la pantalla es uno de los muchos nombres de la Santa Compaña), que tenía indiscutiblemente forma humana. Sin embargo, segundos después vieron otra figura que se acercaba volando por debajo de las nubes. A medida que se acercaba pudieron comprobar que se trataba de una mujer, que se acercaba a ellos, y que volaba manteniendo una altura de unos tres metros sobre el suelo.
Tenía el aspecto de una chica de unos 18 años y poco más de un metro de altura. Llevaba el pelo recogido y por debajo de la cabeza tenía un manto de color turquesa claro. La mujer voladora se acercó manteniendo su altura, y al pasar junto a Manuel y Erminda, giró la cabeza hacia ellos, aunque no dijo nada.
La aparición duró aproximadamente una media hora y fue interpretada por ambos como una señal divina, en la que se habría manifestado la Virgen María. El contexto religioso de aquella época condicionó la interpretación de Manuel que, tras regresar de México, donde emigró, dedicó toda su vida al cuidado de la iglesia de su pueblo y a la devoción cristiana.
Hay más información sobre este caso, y otros muchos similares, en el libro Apariciones Marianas, de Marcelino Requejo.

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