jueves

Premoniciones que anuncian la muerte


Escrito por Carlos G. Fernández y Juan Carlos Blanco Lago


¿Se despide el alma de las personas de sus seres queridos antes de morir? ¿Existen señales que pronostican un fallecimiento? ¿Nuestros seres queridos nos esperan? ¿Está el momento de la muerte prefijado? Testimonios de personas que han vivido estas experiencias parecen confirmarlo.
María de los Ángeles Diz tuvo que emigrar a Buenos Aires en los duros años de la posguerra. Como lo hicieron tantos otros, dejó en España a media docena de hermanos. Con todas las pertenencias que pudo, viajó junto con sus cuatro hijos y su marido y se radicó definitivamente en la ciudad del río de la Plata. Por aquel entonces las noticias viajaban demasiado despacio, y más aún cuando la familia había quedado en una pequeña aldea del sur de Galicia. Una noche, mientras estaba acostada en su casa ubicada en el porteño barrio de Caballito, María de los Ángeles vio entre la penumbra de la habitación a su hermano Raimundo. “Sentí como si estuviese allí, y me saludo”, señaló la mujer. Semanas después le llegaron noticias de su pueblo natal: su hermano había fallecido.
Las personas que viven una experiencia como esta, por alguna desconocida razón, suelen repetir. Es así que cuando falleció otro de sus hermanos, de nombre Atilano, fue testigo de una vivencia similar. María de los Ángeles era una persona creyente y renegaba de cualquier creencia mágica, pero la experiencia que le tocó vivir fue lo suficientemente intensa como para convencerse de que sus hermanos “se habían despedido” a pesar de que los separaban más de 10.000 kilómetros de distancia.
Las visiones de María fueron muy directas y la proximidad afectiva con estos dos hermanos pudo ser el detonante de la experiencia. Sin embargo, las visiones que predicen la muerte de otra persona a veces tienen un componente simbólico. Tal es el caso que le ocurrió a Teresa, residente en una villa del sur de la provincia de Pontevedra, que tuvo como protagonistas a sus hermanos. “Recuerdo que cuando era pequeña -tendría unos seis años- que mi hermano mayor cuando iba camino de la tienda que había más cercana a casa, veía durante el trayecto de ida y vuelta un ataúd blanco y pequeño, como el de un niño”. Esta visión se repitió durante varios días, hasta el punto de que el miedo se apoderó del niño y ya no quería volver a hacer la compra. “Ante la insistencia de su visión, mi padre fue con él en busca del dichoso féretro, pero cuando llegaban allí, al lugar donde afirmaba haberlo visto, ya no estaba. Durante varios días estuvo viendo el ataúd y estaba plenamente convencida de que era real”. La familia se tomó a broma las visiones del niño, con la excepción de su madre. La sorpresa sobrevino poco tiempo después de que el chaval dejara de ver aquella caja mortuoria pequeña y blanca, cuando “murió mi hermanito, que contaba tan solo veintidós meses”. Aquella visión del mayor de los hermanos fue interpretada por la familia como una trágica premonición de aquella prematura muerte.
Ver la imagen de un familiar querido poco antes de que fallezca, o asociar una visión cargada de simbolismo con una muerte prematura son algunas de las formas en las que suelen presentarse las premoniciones. Pero hay otras señales.

La muerte llama a la puerta


Los golpes en la puerta son una de las ‘señales’ frecuentemente interpretadas como un aviso de muerte, y a veces constituyen por si mismas una ‘evidencia’ de que algún conocido está por morir. Sin embargo, a veces las señales son algo más que golpes.
Una noche muy lluviosa de primavera, aproximadamente a las cuatro de la mañana, alguien golpeaba a la puerta de la casa de Carmen L., en el barrio vigués de Cabral. “Me despertó una voz que llamaba por mi marido y golpeaba la puerta de casa” recuerda Carmen. La mujer reconoció la voz del visitante como la de su suegro. “Desperté a mi marido y le dije que se levantase porque estaba su padre llamándolo. Y teniendo en cuenta la hora que era no podía tratarse de nada bueno. Cuando salimos al balcón pudimos comprobar que allí no había nadie, todo estaba en orden y ni siquiera el perro se había alarmado”. El matrimonio volvió a la cama, pero poco después volvieron a escuchar los golpes. “Volví a escuchar que alguien llamaba a la puerta y gritaba el nombre de mi marido. Nos volvimos a levantar y otra vez sucedió lo mismo. Allí no había nadie ni nada que aparentemente pudiese causar tales sonidos”. Carmen no concilió el sueño aquella noche y sintió una fuerte angustia por lo sucedido. Ya de mañana, Carmen encontró respuesta a los sucesos de la noche pasada: “Estábamos desayunando cuando llegó mi cuñado a comunicarnos que mi suegro había fallecido hacía un rato a causa de un infarto que le había dado durante la noche”.

Luces que anuncian el final


Carmen L. vivió otras experiencias relacionadas con premoniciones de muerte, aunque las ‘señales’ tenían otras apariencias “cuando era niña, estaba una noche de verano viendo por la ventana de casa cuando vi, a unos ciento cincuenta metros, concretamente en una finca de unos tíos míos, una serie de luces muy brillantes y preciosas que estaban a la altura de un pilón de agua que había cerca de un riachuelo”, comienza relatando la mujer. Y continua: “me llamaron mucho la atención porque eran móviles y brillaban mucho formando círculos. Cuando me di cuenta, las luces comenzaron a desplazarse en dirección a la casa de mis tíos, hasta llegar a una de las ventanas, concretamente la de la habitación de mi primo Evaristo, donde se detuvieron formando una especie de corona muy brillante y luminosa. Era una cosa tan extraña que corrí a avisar a mi madre para que pudiese verlas. Ella acudió muy pronto, tardaríamos como medio minuto en llegar de nuevo a mi ventana. Cuando llegamos las luces permanecían allí pero mi madre no podía verlas. Le dije: ¡están allí mamá, en la ventana de la habitación de Evaristo! Mi madre no veía nada pero puso sus manos en mis hombros y luego se santiguó diciendo: ¡ay Dios mío!” La madre de Carmen L. ‘comprendió’ que aquellas luces no traían un buen presagio. “A la mañana siguiente nos comunicaron que mi primo Evaristo había muerto ahogado en una playa de Ribadeo, en Lugo, donde se había ido de excursión”.
Los casos que hemos repasado hasta el momento arrojan varias pistas sobre las premoniciones de muerte. Por un lado parece ser una constante que quien ha vivido una experiencia de estas características, parece repetir. Ya sea directamente como en el caso de María de los Ángeles Diz, o a través de señales –luces, golpes o visiones- algunas de las cuales solo las puede ver una persona. A quienes tienen la capacidad de ver hechos ‘sobrenaturales’ relacionados con la muerte se les conoce en Galicia como ‘corpos abertos’. Son personas capaces de extender sus sentidos más allá de la realidad cotidiana. Es una creencia muy arraigada la de que esa capacidad se transmite de padres a hijos. Y eso es lo que parece suceder con Carmen L., ya que sus padres también fueron testigos de experiencias similares. “Estábamos como cualquier otro día en casa y al terminar de cenar, y yo iba pronto para el piso de arriba para acostarme. Al salir de casa y empezar a subir la escalera vi una pequeña luz muy brillante delante de mí que se movía y de repente aparecían otras que la rodeaban. Estaba tan extrañado de lo que estaba viendo que en cuanto hacía intención de volverme para avisarle a Carmen de que viniese a ver aquellas luces desconocidas, éstas desaparecían”, relata Ángel. “No hacía falta ni que me moviese, sólo con pensarlo ya desaparecían”, añade.
Camino de A Estantigua, en Tui
Al día siguiente ocurrió lo mismo, y así durante casi toda la semana. “Temiéndome que era un mal presagio, y debido a que mi suegra estaba enferma, que contaba con 95 años a sus espaldas, le dije a Carmen <<creo que esta semana vamos a tener un entierro, y no sé si será tu madre>>”, continúa relatando Ángel su experiencia.
Su mujer apoya el relato de Ángel, añadiendo que una noche estaba viendo la televisión, “cuando escuché un fuerte estruendo. Era como si se hubiesen caído una gran cantidad de tablas de madera al suelo. Me llevé un buen susto y pensé  que fue lo que se había podido caer de tal manera”. La mujer salió a la finca que está junto a su casa para ver que había sucedido, pero todo parecía estar en orden. “Le pregunté a mi marido si había escuchado ese golpe pero me respondió que el no había escuchado nada, cosa que sorprendió enormemente por que el ruido del golpe había sido muy fuerte. Volví a escuchar de nuevo el mismo ruido. Lo escuchaba como si sucediese a uno o dos metros de distancia de donde estaba yo. Volví a salir y a dar una vuelta para intentar localizar su origen pero fue imposible. De nuevo le pregunté a mi marido si esta vez lo había escuchado y me dijo que tampoco había escuchado nada, ni antes ni ahora. Todo esto sucedió el día siguiente de que él había visto por última vez las luces”. 
Por la mañana les llegó la noticia de que esa misma noche, a la hora en que Carmen C. había escuchado los golpes,  falleció una vecina, que además era de su propia familia. “Entonces pensé, ¡mira por donde, seguro que fue la pobrecita que vino a despedirse!”.

Soñando con la muerte

Los sueños es otra fuente de información por donde se canalizan las premoniciones de muerte. A María Mosteiro, le tocó vivir –durante una etapa muy concreta de su vida- numerosos sueños que le señalaban personas que iban a morir. Uno de los primeros sueños premonitorios tenía como escenario un lugar conocido como A Trapa, al sur de la provincia de Pontevedra, muy cerca de su casa. “En el sueño  volvía a casa con mi amiga Puri, que veníamos de una fiesta en A Trapa. Mi amiga estaba con un crío, aunque ella no estaba ni casada ni embarazada. A unos cien metros nos apareció una chica que tenía por aquel entonces unos 20 años”, comienza relatando María, y continúa: “Al llegar a un camino que hace una cruz, yo quedé sola con esa chica y escuché como una campanilla. Sentí un susto terrible, y ella comenzó a reirse a carcajadas”. En el sueño, las dos mujeres continuaron su camino, pero en un momento la acompañante de María desapareció. “Yo pensé que si era alguien que iba a morir debía ir hacia el cementerio. Yo lloraba desconsoladamente y en eso me desperté”, recuerda María.
El sueño de esta vecina de A Trapa tenía una doble premonición. Por un lado su amiga, estaba embarazada, aunque nadie lo sabía. Por otro, y lo que resulta más conmovedor, la chica que le acompañó en el sueño hasta el cruce de caminos falleció 15 días después en un accidente de moto. “Y donde ella desapareció era la casa de sus abuelos”, recuerda María.
Este es sólo uno de los numerosos sueños con premoniciones de muerte que vivió María Mosteiro, y que se sucedieron durante una década, para luego cesar repentinamente tan inexplicablemente como habían aparecido.
Resulta paradójico que este lugar de A Trapa fue escenario de otra fatídica premonición ocurrida 40 años antes por otra vecina de la zona. Sofía Romero fue testigo, junto con su madre, del paso de una comitiva de espectros que en Galicia se conoce con el nombre de ‘Santa Compaña’. Como manda la tradición, esta procesión fantasmal va siempre acompañada por una persona viva cuya muerte está próxima. Es así que Sofía reconoció entre la Compaña a una vecina, que días después falleció a causa de la caída de un rayo.
Los sueños son el refugio del simbolismo, y en las premoniciones de personas que van a fallecer, a veces suelen presentarse a través de imágenes que se expresan a través de símbolos. Es el caso que le aconteció a Dana, una viguesa de 27 años: “Un buen día me levanté angustiada por una pesadilla que había tenido esa mima noche, con un rostro desconocido al que sangraba por la boca y comenzaba a caérsele los dientes uno a uno”. Al día siguiente murió el vecino del noveno, con el que la joven mantenía una gran amistad. “En otra ocasión soñé exactamente lo mismo y a los pocos días se murió mi abuelo. Seguí soñando con la boca sangrante en varias ocasiones más y siempre, a los pocos días u horas, fallecía alguien cercano a mí. Ahora me sigue sucediendo lo mismo y ya me voy mentalizando. Sé que cada vez que tengo ese sueño alguien conocido va a morir. Estos episodios, comenta Dana, se repiten desde que tenía 15 años.

La sombra de un ángel

Las formas en que suelen presentarse las premoniciones de personas que van a morir –o que al menos así las interpretan sus protagonistas- suelen ser muy variadas. Carmen L. recuerda otra vivencia relacionada con la muerte de un familiar querido, y donde también su marido fue testigo del fenómeno. “Salíamos de casa de mi abuela, a quien habíamos ido a visitar porque estaba gravemente enferma, y nos dirigíamos hacia nuestra casa en coche. El trayecto de llegada era corto, más o menos de unos 20 minutos en coche. Era  ya el atardecer y el sol estaba poniéndose cuando de repente vimos una especie de sombra que parecía tener alas y se dirigía hacia nosotros. Pasó tan rápido que no nos dio tiempo a frenar el coche y esa especie de sombra alada, que con absoluta seguridad no era  un pájaro, y además era muy grande, nos pasó rozando el parabrisas del coche. De hecho hasta pudimos escuchar el sonido cuando rozó el cristal”, recuerda Carmen. La sombra continuó en dirección a un muro pegado a la carretera y cuando llegó a las proximidades de un árbol que estaba junto a él, desapareció. “En ese momento fue más el susto de pensar que pudimos haber tenido un accidente grave que el susto que podíamos llevarnos por lo que acabábamos de ver. Era como si durante unos segundos no fuésemos conscientes de lo que había ocurrido”, recuerda Carmen. La pareja continuó el camino a casa, todavía con el susto en el cuerpo, hablando sobre lo que acababan de ver, llegando a la conclusión “de que aquello que habíamos visto no era normal”. Al llegar a su casa, Carmen y su marido llegaron a una clara conclusión: “Al llegar a casa sonó el teléfono. Era mi tía que me avisaba de que mi abuela acababa de fallecer a los pocos minutos de habernos marchado nosotros. A partir de entonces tanto mi marido como yo tenemos muy claro que ambos fenómenos tenían alguna relación”.
La sombra que vieron Carmen y su marido tenía alas, pero ambos estaban convencidos de que no era un pájaro. Sin embargo, en muchas ocasiones la presencia de algunas aves voladoras suelen ser presagio de una muerte cercana en las creencias populares. De entre todos, quizá los cuervos son los que más se relacionan, donde su presencia inusual anuncia una muerte en la mitología de muchos pueblos y países. Otras veces es la actitud de los pájaros la que se interpreta como un mal presagio. Digna Fernández vivía en el centro de la localidad de Porriño, en la provincia de Pontevedra. Como tantas otras veces había terminado de hablar con su hijo que trabajaba en una gasolinera de Madrid. Durante la conversación, Digna sintió una rara sensación, como si algo no estuviera bien. Poco después de finalizar la conversación, la mujer vio como unos pájaros se estrellaban contra su ventana sin ninguna explicación. “Supe que era mi hijo”, aseguró Digna. El joven había muerto en un incendio poco después de hablar con su madre, y para ella la actitud de estas aves fue el detonante de una premonición.
No sólo las aves son interpretadas como agoreras de muertes próximas, sino los aullidos de los perros o los “perros fantasma”, que en el Reino Unido su presencia es indicativa de una muerte cercana, hasta el punto de que determinadas familias tienen tradiciones particulares en relación con estos animales.
¿Está nuestra muerte predeterminada? ¿Nos despedimos de nuestros seres queridos antes de morir? ¿Son estas experiencias una prueba de la existencia de vida más allá de la muerte? Alcanzar respuestas a estas preguntas es –al menos por el momento- una cuestión de paciencia.

Puedes ver el reportaje de "MILENIO" (TVG) sobre este asunto: