Lugar aproximado donde tuvo lugar el avistamiento |
Conocimos el sorprendente caso de este experimentado hombre de mar gracias al investigador gallego Alberto Casás Cordeiro. Y fue en su despacho, ubicado a escasos metros de la ría viguesa, donde Joaquín nos relató su experiencia con todo detalle.
El día en que ocurrió el avistamiento, el testigo se dirigió, como tantas otras veces, al sur del archipiélago de Cíes. Realizó sus tareas como tantas otras veces, hasta que “sentí algo por la espalda y perdí el conocimiento. Cuando volví en sí, vi que el motor del barco estaba apagado. Y arrancó solo. Me sorprendió mucho”, comienza explicando Joaquín Bamio González. Pero su sorpresa solo acababa de empezar.
Estaba pescando jureles y la embarcación se encontraba en un punto que dista varios kilómetros de cualquier zona habitada, aproximadamente en la línea imaginaria que separa la ría de Vigo y mar abierto. Segundos después de recuperar el sentido giró la cabeza hacia la izquierda y vio, en dirección a Cíes, un enorme artefacto que estaba suspendido sobre el mar, sin tocarlo, a una distancia de unos dos metros del agua. Estaba inmóvil, a pesar de que las olas batían con fuerza por debajo del aparato.
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Según las estimaciones que realizó Joaquín Bamio, aquel artefacto podría medir más de 55 metros de altura -unos 40 medía la parte superior y 15 la inferior-, y unos 40 de ancho. Eran las 11 de la noche, y a pesar de la gran oscuridad que había en el entorno, y que no había ninguna otra embarcación en las inmediaciones, el testigo pudo observar todos los detalles.
“Tres personas como nosotros”
De entre todos, el que más llamó la atención del experimentado marinero es una especie de puerta que se encontraba en la parte inferior, en la que había tres seres que miraban hacia él. A sus pies había una especie de escalera de una docena de peldaños. “Me extrañó porque eran tres personas totalmente diferentes, de mayor a menor, como en escala”, explica el marinero de Moaña. “Uno de ellos era alto, de unos 2,20 metros de altura. Tenía una especie de capa oscura que le cubría el cuerpo arriba a abajo”. A la altura de la cabeza, la capa tenía un cuello que sobresalía, “como la capa de Drácula”, según describió Bamio al más alto de los seres. Asimismo, según pudo observar, es que aparentaba una mayor edad,“La persona del medio era una persona con una estatura normal, como nosotros, de 1,80 metros”, vestido con una ropa normal. “Parecía de unos 30 años”, explicó.
“El de la izquierda es el que más me llamó la atención”, afirmó Bamio. “Era más bajo que yo, parecía una persona 'mal hecha', medio deformada, e iba ataviado con una funda como la de un panadero, toda blanca, que brillaba mucho”, destacó. Aparentaba unos 40 o 50 años.
Joaquín Bamio recuerda que los rostros de los tres seres no tenían ninguna peculiaridad especial. “Eran personas como nosotros”, indicó.
Los tres seres y el marinero se estuvieron mirando mutuamente durante aproximadamente un minuto, en el que no hubo ningún gesto ni intercambio de palabras. Seguidamente, una compuerta comenzó a elevarse, ocultando poco a poco la visión de los tres personajes. El más alto de los tres seres “hizo una señal con la mano, hasta que quedó completamente cerrado”, indicó Joaquín Bamio.
A continuación, en la parte superior del objeto “se encendió una luz roja que apuntaba hacia arriba, como un láser, y subió muy rápido sin hacer ningún ruido. Fue un instante”, relata Bamio. A partir de ese momento, el marinero retomó su actividad.
Tras el incidente, el testigo se percató de que el reloj que llevaba, un Casio electrónico, quedó parado durante unos tres minutos, y luego continuó funcionando con normalidad. Por este motivo, tras la experiencia, tuvo que ponerlo nuevamente en hora.
Puedes escuchar el testimonio en el programa de Protagonistas de lo Insólito:
Muy cerca de allí, también en el entorno de las Cíes:
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